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"Los gigantes me hacen disfrutar como un enano". Buah, vaya titular más previsible me ha salido; esa frase sólo es divertida si se la dice Tyrion Lannister a su hermana Cersei tras ver una pelea de The Mountain...
Pero es que llevan cinco años haciendo que me re-enamore del que era mi deporte de pequeño y haciéndome sentir orgulloso de ellos cuando pierden. Y esto último sí que es raro: no me pasa con el fútbol (no, no me pasó con España en el mundíal de Brasil; me dejaron cabreado, no orgulloso)
El Madrid ha ganado la 33ª Liga de basket -parece que tiene una carrera de títulos con la sección de fútbol- revalidando la corona del año pasado. Y repetir título en el basket es difícil; ¿esto habla de la igualdad en la competición? No, no tanto, llevan cinco años llegando a la final los mismos.
Aparte del espectacular primer partido (el mejor de baloncesto europeo que yo he visto en mi vida) que ganaron los azulgrana en una última jugada de tres segundos que duró cinco, el Madrid ha pasado por la piedra al Barça Lassa a lo largo de la serie.
Con cuatro partidos a más de noventa puntos es imposible que el equipo blanco pierda. El dominio absoluto de la zona de Tomic, los momentos de inspiración de Doellman y los flashazos de Satoransky fueron contrarrestados por un (por fin) casi total equilibrio interior-exterior de los madridistas, gracias a la fuerza de Ayón, la solvencia de Thompkins y la regularidad de Reyes.
Casi total equilibrio. porque con la espectacular línea exterior que tiene, siempre será un equipo que se inclinará a jugar por fuera. Ahí es donde, junto con los mega-flashazos del Chacho, la irregularidad de Rudy y Carrol y la intensidad defensiva de Taylor, se encuentran las cinco letras que decidieron esta final, que nadie en el Palacio de los Deportes sabe pronunciar: Llull.
El escolta-en-muchos-momentos-base menorquín ha hecho la serie perfecta: promedió en este Playoff Final 19 puntos, 6,5 asistencias y 22 de valoración.
Pero no puedo reducir la exhibición del em vi pi sólo a cifras; ha sido el amo emocional de los 160 minutos. En la tele (sí, hace años que no voy al Palacio, soy un rata) han dicho algo así como que "anotaba por demolición". Imposible definirlo mejor. Por golpes: cuando el Barcelona se puso 11 puntos arriba, dos triples consecutivos suyos volvieron a golpear el marcador. Dos escopetazos que despertaron al Real Madrid de un inicio muy raro (siempre que la derrota no te elimina acabas confiándote, que se lo digan a España en la Euro).
Y cuando el Barça se volvía a meter en el partido haciendo la goma (60-60), fueron sus embestidas -penetraciones con entrada o pase, chocando con el defensor- las que lo echaron al suelo.
Y el Barclaycard Center se venía abajo con un alarido de guera: "¡Llull! ¡Llull! ¡Llull!"
Y del tercer partido no hablo, porque vamos a intentar que el blog siga la actualidad (no lo vamos a conseguir): Fue dueño y señor con sus 30 puntos.
Cinco letras, Un resultado: Llull=MVP.
Escrito por: Carlos López Vivas.
@OpinionDeporte